Ningún secreto ha sido más celosamente guardado por la
naturaleza que el de la aparición del hombre. A pesar del extraordinario progreso
científico en el curso de las últimas décadas, es imposible aún decir con
exactitud cuándo el hombre apareció sobre la tierra. Posiblemente, la mayor
dificultad radica en que el hombre mismo es muy difícil de ser definido.
Cuando se trata de peces, anfibios, reptiles o pájaros, podemos encarar su estudio, ateniéndonos a sus peculiaridades
físicas; pero en cuanto abordamos al hombre, debemos tener en cuenta no sólo su
físico sino también su formación intelectual y moral. Establecer el árbol
genealógico de la humanidad es, aún hoy, tarea difícil.
Es sabido que hace más de 15 millones de años
existieron simios mucho más parecidos al hombre que a los monos de hoy.
Pero no hay testimonios que nos permitan hablar de
animales que fuesen capaces de producir fuego, fabricar
utensilios, enterrar a sus muertos, dibujar, que es lo que distingue, entre
otras cosas, aun a los hombres más primitivos, de toda otra criatura existente.
La Prehistoria es la ciencia que
investiga la actividad humana en épocas anteriores a todo documento escrito,
tradición o leyenda. De estos tiempos tan remotos sólo quedan vestigios del
hombre primitivo: sus propios huesos, moradas, armas y utensilios. El estudio
de estos restos presenta muchas dificultades y generalmente las soluciones son
simples hipótesis o conjeturas.
Aunque la Prehistoria se ocupa de épocas remotísimas,
su estudio es más reciente que el de la Historia, pues se originó a mediados
del siglo pasado con el francés Jacobo Boucher de Perthes,
naturalista que, por el año 1837, realizó las primeras excavaciones al norte de
Francia.
La Protohistoria es un período de transición, que
continúa al anterior y en el cual, además de los restos arqueológicos, se
valorizan tradiciones y leyendas.
La Historia comienza con la aparición de los primeros
documentos escritos, es decir, con la invención de la escritura,
aproximadamente entre los 4.000 a 5.000 años antes de Cristo.
Muchas dificultades ofrece reconstruir los comienzos de
la evolución cultural del hombre a partir de la época en que empezó a poblar la
superficie terrestre. En una primera y larguísima etapa desconocía la vida
común organizada, no cuidaba rebaños ni sembraba pero, debido a su inteligencia
superior y a su aptitud para emplear un lenguaje hablado, pudo adaptarse a la
naturaleza e iniciar una lenta y difícil marcha hacia una vida mejor.
Por el conocimiento transmitido a través de sucesivas
generaciones y la habilidad de sus manos flexibles, el hombre alcanzó un nivel
de progreso que comprende su cultura primitiva, así denominada porque debe
ubicarse al comienzo de la historia de la humanidad.
Según el material que el hombre de aquella lejana época
empleaba en sus armas y utensilios, la ciencia prehistórica distingue la Edad de Piedra y la Edad de los Metales.
Para la Edad
de Piedra observe la tabla mas abajo, donde está divida en
el Paleolítico (piedra tallada) y Neolítico (piedra pulida).
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